TERESA
Teresa tenía los ojos chicos de tanto mirar
la vida. Y también azules. Ella decía que eran de ese color porque su madre la
concibió "a la orillita del mar". Teresa tenía en el pelo hebras de
plata, y se hacía el moño con horquillas de gancho grandes y negras. Era
pequeña, menuda y habladora. También cantaba coplas en la que los hombres
besaban con pasión y las mujeres sufrían de desamor. Ella me cogía las manos y
me contaba los dedos. Me acariciaba la cara y cuando yo sonreía me besaba los
ojos despacito. Teresa lavaba la ropa en aquella pila de piedra que había en el
patio; llevaba siempre un delantal de tela blanco, y cuando hacía la colada lo cubría con otro de hule; y así, la
ropa sacudía, la ropa enjabonaba y al final la enjuagaba... y mientras yo la
miraba.
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Una calle de Nápoles |
A veces me descubría observándola y entonces me sonreía y me gritaba
piropos que no entendía pero que yo intuía que eran preciosas palabras. Cuando
la mañana estaba mediada, Teresa me apoyaba en su cadera y me llevaba a la
calle a "hacer los mandaos". Tenía la cara surcada por los ríos del
tiempo, y las manos ásperas y morenas y yo, embelesada, se las acariciaba. No era Teresa lista ni sabia, pero a mí me
enseñaba a cuidar las primeras vidas de mi vida. Ella sabía cuándo yo tenía sueño, y me cantaba nanas de niños que querían ser de plata; y cuando tenía hambre y me daba cortezas de pan del día de antes. Me enseñó a caminar, Teresa, cogiéndome
de las manos y doblando su espalda hasta mi altura para dar pasitos cortos
conmigo. Ella se acercaba a mi oído y me decía: "cuando aprendas a andar,
Chiquitica, te cambiará la vida". Y así fue, cuándo aprendí, la vida me
cambió y me asomó a nuevos y brillantes horizontes.
Un día Teresa no vino, ni al siguiente
tampoco. Un día Teresa no vino más.
Y a mí me cambió la vida muchas veces y disfruté de maravillosos días y maravillosas noches: Cuándo
mi padre, con la mirada emocionada, me llevó de la mano al altar. O cuándo oí
por primera vez el llanto de mi hija. También cuándo besé por primera vez, o me
puse al volante de mi primer coche...
Hace tiempo que la vida no me cambia tan a menudo como antes, ¿o quizás sea que me cambia cada instante?...
Muchas veces recuerdo a Teresa. A mi Teresa
que tenía los ojos chicos de tanto mirar la vida.
Nos vemos y nos leemos pronto
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Sidi Bou Said, Túnez |
Qué recuerdo tan bonito has tenido para tu Teresa, se habrían llenado esos ojos azules de lágriimas. Apuesto que las habría enjugado con al esquina del delantal. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarCómo lo sabes, Princesa!, además Teresa era muy llorona y sensible, y todo le afectaba mucho.
EliminarGracias a tí por leerme.
Un beso del Sur, Alteza
Recuerdo a mi Teresa con inmenso cariño...un día tampoco volvió y la lloré. Ya no hay Teresas como las de antes. Gracias Oles, se parecían bastante
ResponderEliminarEs cierto. Con nuestra generación se extinguieron. Ahora hay Jeniferes y Yasminas, pero no son iguales, ni por asomo.
EliminarGracias a ti, Martika, por visitarme.
Un beso del Sur
Precioso retrato.
ResponderEliminarYo también recuerdo a otra Teresa, aquella quedó en una cuneta.
La vida sí cambia, pero o no lo tamos o hay ciertos cambios que preferimos desoir.
Saludos!
Sé que hay cambios que no queremos ver... y hay otros que echamos de menos.
EliminarSiento que tu Teresa se quedara en una cuneta, es triste.
Un saludo del Sur, José
Qué belleza y qué ternura, Oles... TERESA. Solo es posible describir así si se ha amado mucho. Me quedo sin palabras porque lo estropearía.
ResponderEliminarUn beso fuerte, fuerte al Sur, como siempre.
Tu nunca estropearías nada, Sunseta. Gracias por tus palabras, siempre me emocionan.
EliminarUn beso del Sur, grande, a la bella Tarraco
Que día llevo! hasta he soñado con Teresa.
ResponderEliminarSus ojos eran chiquiticos de tanto mirar la vida, y su corazón era enorme, de tanto querernos.
Yo también la recuerdo, y si me apuras, hasta me acuerdo del día que nos "fregó" a mi hermano y a mi con el estropajo, en el patio de atrás de las escuelas.
Y antes de que se me olvide, gracias de nuevo, por traerme a la memoria nuestras raíces una vez más.
Y aprovecho para recordarte de nuevo... ya queda menos para el 4 de abril.
Un beso.
Gracias a ti por estar siempre, y leer todos mis relatos. Me alegra que te traigan a la memoria bellos momentos y sobre todo tiernos.
EliminarNo se me olvida la cita del día 4, espero participar como siempre.
Un beso desde cerquita
Oles, la primera frase del relato ya me ha atrapado. Siento envidia al leerlo porque yo no he tenido nunca una Teresa y me habría encantado :)
ResponderEliminarEscribes con una delicadeza que toca el alma. Lo sabes¿verdad?
Besos mil.
Gracias, Luisa, Bonica... Gracias por tus palabras, son muy gratificantes.
EliminarBesos desde cerquita.
Me encanta que te reencuentres cuando divisas la sierra!