Al fondo de la sala se escucha, único, el vibrante movimiento. El color de sus notas apenas se percibe, solo se ve como su pelo se mueve al ritmo que marca el compás, apenas audible, que le perfila el instrumento que desgrana uno a uno los flamantes acordes. Una y otra vez, con insistencia, repite la pieza que la tiene esclava en su oído, en su mente. No hay tiempo, se acerca la noche y la sinfonía debe sonar perfecta, luminosa, impecable... Pero no ocurre la perfección, todo parece cerrar y oscurecer la melodía. La soledad le ayuda a romper toda su ansiedad en las cuatro cuerdas que conforman el instrumento sublime. Aparecen acordes nuevos y livianos que, suaves, agreden sus manos pequeñas. Pero comienza de nuevo, una y otra vez y otra... y la resonancia de la caja no produce el sonido requerido. Renuncia. No puede si no esperar que la noche traiga las musas que se han entretenido en el borde de su pentagrama; y aunque rendida, etérea y sutil abandona el escenario.
Concierto:
Sube las escaleras que separan la gloria del suelo; acomoda con su hombro y su barbilla ese tesoro que hace que sea una Diosa en el escenario. Lo acaricia y con la mirada dispuesta en el infinito comienza su particular agonía. La sala se llena de acordes que dejan al raso la voluntad de los presentes y se abandonan en cada nota. Cada arpegio es la sublimación de lo excelente; este, el próximo, y el siguiente... sufren con cada estrofa con cada movimiento. En la sala todo se detiene. La noche ha hecho su aparición y vuelca en el escenario toda su tragedia. El violín la acompaña, con un suave allegro llena de estrellas toda la escena. Poco a poco el instrumento va desgranando dramatismo, va relatando todo lo oscuro... Y es entonces cuando la perfección surge, cuando la melodía abre paso a lo sublime, a lo soberbio... a todo lo que esa tarde pedía y se le negaba. Las musas acarician el filo de sus dedos y ella se cubre de todos los colores que la hacen reina, que la hacen diosa encima del escenario.
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Rompió, quebró la voluntad para llenar de azul la música.
Aplausos, miles de aplausos.
Nos vemos y nos leemos pronto
Preciosa descripción de algo de suyo indescriptible ¡felicidades!
ResponderEliminarUn beso
Asun
Gracias, Asun. Me alegra verte por aquí de nuevo; espero que sea porque estas mejor. Besos perfectos de jueves. Oles
EliminarGracias, ha sido precioso, casi puedo oírlo.
ResponderEliminarGracias, Princesa. Es fantástico que hayas tenido esa sensación. Besos perfectos de jueves. Oles
EliminarComo nos has transportado al concierto y nos lo has hecho vivir. Muy bonito. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra sobremanera que te haya gustado. Un placer haberte acompañado a este concierto. Besos perfectos de jueves. Oles
EliminarMiles de aplausos para ti también.
ResponderEliminarTodavía estoy oyendo los ecos que se van difuminando poco a poco, en la lejanía del universo.
Un beso.
Gracias Jose. Me hace mucha ilusión que te haya gustado, y que leyendo estas palabras escuches música que se que te encanta. Besos perfectos de jueves. Oles
EliminarP.d.:te estoy investigando lo del libro. Intentaré conseguirtelo.
Cómo lo has descrito, es cómo si estuviésemos allí!!! Aplausos!!!
ResponderEliminar¡Feliz fin de semana!
Me alegra que te hayas sentido allí, en el concierto azul. Besos esperados de sábado. Oles
EliminarMe encanta!!! Besillos tardios...
ResponderEliminarA mi si que me encanta que te pases por aquí!!! Gracias por leerme. Besos de lunes que son los primeros. Oles
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