LA CAJA
Abrió
la caja, la grande, la que contenía todos los secretos...
La tapa
blanca era pesada y estrecha como todas esas tapas de cajas ocultas en los
anaqueles del tiempo, en los vasares de otras vidas que no le pertenecían. Pero
la curiosidad vencía sin malabares a la prudencia y por eso alcanzó la caja y
la abrió sin miramientos. El pasado le lanzó a la cara mil años de vidas, de
amores y consentimientos... de quebrantos, de pasiones, de consejos, de ilusiones.
Y, sobre todo, sin saberlo del futuro que su vida estaba buscando. Un polvo gris
envolvía la habitación, y sus manos recogían y recorrían un millar de legajos y
papeles que se amarilleaban con el tiempo. Cuadernos escritos a mano cosidos con
hilo de seda; recortes de periódicos cansados de ser leídos; revistas de papel
satinado coloreadas con pinceles de acuarelas; fotografías desgastadas con
mujeres de labios marcados y permanentes cardadas, niños en blanco y en negro
que miraban descarados a la cámara que los inmortalizaba... Y recetas de
cocina, montones y montones de recetas de cocina. Recopiladas por fechas, por
estaciones de año, por dificultad, por tiempos invertidos en su realización,
por alimentos, por calorías, por fiestas, por gastos, por gustos... por
pasiones despertadas cuando se degustaban. O por enfados y disgustos cuando no
eran del agrado de todos los comensales. Cientos, miles de recetas escritas con
lápiz del nº2 en libretas, servilletas, hojas sueltas... escritas en cualquier
sitio estaban esas recetas.
Hace
apenas unos meses que inauguró su futuro, su nueva vida: Un restaurante
pequeño, con ocho mesas vestidas de hilo blanco y servilletas bordadas. En ellas se sirven viandas y
manjares de otros tiempos; se saborean vinos de cepas viejas, postres con aromas de la infancia y secretos... todos los de las recetas que aquella caja
blanca guardaba.
Cada
noche recibe en su casa gentes de todos los sitios. Amigos que quieren probar
los manjares de otros tiempos, de esos tiempos en los que las recetas de
escribían con un lápiz del nº2.
Dedicado a todos los creen en el futuro
Nos
vemos y nos leemos pronto
A donde hay que llamar para hacer la reserva?
ResponderEliminarTengo aquí una servilleta para apuntar el número.
Si me pilla en la calle, lo apunto con el dedo en el cristal de algún coche.
Sea como sea, lo apunto, jajaja.
Un beso amiga Oles.
Ya mismo te mando el teléfono... solo falta que el sueño se haga realidad
EliminarUn beso desde cerquita, amigo Rojo
Hay que ver, lo lejos que puede llegar a llevarte una caja llena de pasado. A la aventura de un futuro!
ResponderEliminarSaludos!
Esas cajas están llenas de sorpresas. Unas veces son discretas y fugaces, otras en cambio, llevan dentro tesoros.
EliminarUn saludo del Sur, José
Ahora me dejas intrigada y muy hambrienta, has destapado la caja de pandora y mi memoria evoca esos sabores, supuestos sabores, que no cato pero imagino.
ResponderEliminar¿Necesitan algún socio?
Besos, muchos.
Sería maravilloso contar contigo en una aventura así. Solo falta que alguna vez se lleve a cabo.
EliminarUn beso desde cerquita, LuisaBonica
Ja! caraColes, ¿el lápiz del número 2? un Hb por casualidad ..esos son de mina dura o blanda, yo diría que son de mina dura pero que escriben más flojito que los de mina blanda ...me parece maravilloso que esos textos aún perduren y sean fruto para alegrar el estómago de muchos comensales.
ResponderEliminarTal véz él, si no murió en esa fatídica guerra, si lo creías desaparecido y prisionero en un país estranjero... te aseguro que volverá. Lo sé, a mi me pasó algo parecido, y cansado de estar en la selva encerrado en una mazmorra, sin más comida que culebras que nadaban en ese riachuelo ... me liberé.
Ya sabes, a los soldados se nos conquista también por el estómago.
Me ha encantado lo de "recortes de periódicos cansados de ser leídos ..."
A mi soldado lo conquisté con mas de una o dos cosas... y por supuesto las recetas de la caja me sirvieron.
EliminarLos lápices HB del número 2 eran de mina dura con rayas amarillas y negras, y con ellos se escribían muchas cosas, incluso recetas dignas de las mesas mas engalanadas.
Un beso del Sur, GranT
Y mira que no sé por qué Intuyo que esto pudiera tener que ver algo conmigo...
ResponderEliminarBuena intuición la tuya!!!, aunque a ti no hace falte que te encuentres ninguna caja. Tu tienes recursos y recetas para abrir treinta restaurantes de ocho mesas.
EliminarUn beso desde cerquita, MariPam
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