Descríbeme la arena, y la pereza que sienten tus dedos al tocarla.
Descríbeme la sombra de tu pelo al viento. Cuéntame cómo sueñas los veranos, como hueles las cerezas en sazón. Qué te inventas cuando lees los espacios blancos que entre líneas buscan la razón de ser leídos.
Descríbeme la música. Cómo tiemblas cuando acaricias las notas graves y cómo las agudas te hacen sonreír. Dime si es mentira que cantas bajito a las calles y a la luna, qué menguante, te hace guiños, que te quiere conocer, que te sigue por las noches y que con suavidad la pones en el vacío de tu anillo.
Cuáles fueron las huellas que en tu piel dejaron huella; cuales maltrataron tu razón. Los motivos de tu suerte, las alegrías contadas, las compartidas.
Déjame que te conozca, que sienta como tú sientes, que sueñe con tu voz con tus manos y tu olor... Pues yo creo en ti.
La luz nace blanca, dijo ELLA: huidiza está ahí con colores escoltada y vigilada. Y la notas cuando deja que la mires, pues se esconde entre tinieblas y solo la ves cuando quiere que la veas.
Y, ¿sabes?, la arena es la montaña cien mil veces repartida, dividida, que se tuesta suave en la luz que el sol tiene a bien regalarle.
Te cuento los veranos de mis sueños, que ocurren en otros lares, en otros sitios regalando imágenes cálidas del olor rojo de las cerezas. Y al atardecer, leo y dibujo en la retina de la imaginación, esos espacios que en blanco buscan autor para ser leídos, para ser interpretados en voz alta y en callada voz.
Te cuento que la música es sol en clave de vida, es la escala que sirve para despertar el día, para que la noche acompañe las huídas, para que la lluvia nombre con epítetos los afanes, los anhelos. Te relato que, cuando la pena hace nido en mi alma, le canto bajito a las calles y a la luna le pregunto por tu respirar, por tu lugar; y al final cuando se hace amiga duerme acurrucada en el hueco de mi anillo.
Y mi suerte mi alegría y las huellas que en mí huellas dejaron, las llevas contigo amor.
Te dejo que me conozcas, que sientas como yo siento, que sueñes con mis manos y mi olor... Pues en ti yo creo.