domingo, 16 de febrero de 2014

TERESA

Teresa tenía los ojos chicos de tanto mirar la vida. Y también azules. Ella decía que eran de ese color porque su madre la concibió "a la orillita del mar". Teresa tenía en el pelo hebras de plata, y se hacía el moño con horquillas de gancho grandes y negras. Era pequeña, menuda y habladora. También cantaba coplas en la que los hombres besaban con pasión y las mujeres sufrían de desamor. Ella me cogía las manos y me contaba los dedos. Me acariciaba la cara y cuando yo sonreía me besaba los ojos despacito. Teresa lavaba la ropa en aquella pila de piedra que había en el patio; llevaba siempre un delantal de tela blanco, y cuando hacía la colada lo cubría con otro de hule; y así, la ropa sacudía, la ropa enjabonaba y al final la enjuagaba... y mientras yo la miraba.
Una calle de Nápoles
A veces me descubría observándola y entonces me sonreía y me gritaba piropos que no entendía pero que yo intuía que eran preciosas palabras. Cuando la mañana estaba mediada, Teresa me apoyaba en su cadera y me llevaba a la calle a "hacer los mandaos". Tenía la cara surcada por los ríos del tiempo, y las manos ásperas y morenas y yo, embelesada, se las acariciaba. No era Teresa lista ni sabia, pero a mí me enseñaba a cuidar las primeras vidas de mi vida. Ella sabía cuándo yo tenía sueño, y me cantaba nanas de niños que querían ser de plata; y cuando tenía hambre y me daba cortezas de pan del día de antes. Me enseñó a caminar, Teresa, cogiéndome de las manos y doblando su espalda hasta mi altura para dar pasitos cortos conmigo. Ella se acercaba a mi oído y me decía: "cuando aprendas a andar, Chiquitica, te cambiará la vida". Y así fue, cuándo aprendí, la vida me cambió y me asomó a nuevos y brillantes horizontes.

Un día Teresa no vino, ni al siguiente tampoco. Un día Teresa no vino más. 
Y a mí me cambió la vida muchas veces y disfruté de maravillosos días y maravillosas noches: Cuándo mi padre, con la mirada emocionada, me llevó de la mano al altar. O cuándo oí por primera vez el llanto de mi hija. También cuándo besé por primera vez, o me puse al volante de mi primer coche...  
Hace tiempo que la vida no me cambia tan a menudo como antes, ¿o quizás sea que me cambia cada instante?...

Muchas veces recuerdo a Teresa. A mi Teresa que tenía los ojos chicos de tanto mirar la vida.

Nos vemos y nos leemos pronto
Sidi Bou Said, Túnez




 


12 comentarios:

  1. Qué recuerdo tan bonito has tenido para tu Teresa, se habrían llenado esos ojos azules de lágriimas. Apuesto que las habría enjugado con al esquina del delantal. Gracias por compartirlo.

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    1. Cómo lo sabes, Princesa!, además Teresa era muy llorona y sensible, y todo le afectaba mucho.
      Gracias a tí por leerme.
      Un beso del Sur, Alteza

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  2. Recuerdo a mi Teresa con inmenso cariño...un día tampoco volvió y la lloré. Ya no hay Teresas como las de antes. Gracias Oles, se parecían bastante

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    1. Es cierto. Con nuestra generación se extinguieron. Ahora hay Jeniferes y Yasminas, pero no son iguales, ni por asomo.
      Gracias a ti, Martika, por visitarme.
      Un beso del Sur

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  3. Precioso retrato.
    Yo también recuerdo a otra Teresa, aquella quedó en una cuneta.
    La vida sí cambia, pero o no lo tamos o hay ciertos cambios que preferimos desoir.

    Saludos!

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    1. Sé que hay cambios que no queremos ver... y hay otros que echamos de menos.
      Siento que tu Teresa se quedara en una cuneta, es triste.
      Un saludo del Sur, José

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  4. Qué belleza y qué ternura, Oles... TERESA. Solo es posible describir así si se ha amado mucho. Me quedo sin palabras porque lo estropearía.

    Un beso fuerte, fuerte al Sur, como siempre.

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    1. Tu nunca estropearías nada, Sunseta. Gracias por tus palabras, siempre me emocionan.
      Un beso del Sur, grande, a la bella Tarraco

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  5. Que día llevo! hasta he soñado con Teresa.
    Sus ojos eran chiquiticos de tanto mirar la vida, y su corazón era enorme, de tanto querernos.
    Yo también la recuerdo, y si me apuras, hasta me acuerdo del día que nos "fregó" a mi hermano y a mi con el estropajo, en el patio de atrás de las escuelas.
    Y antes de que se me olvide, gracias de nuevo, por traerme a la memoria nuestras raíces una vez más.
    Y aprovecho para recordarte de nuevo... ya queda menos para el 4 de abril.
    Un beso.

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    1. Gracias a ti por estar siempre, y leer todos mis relatos. Me alegra que te traigan a la memoria bellos momentos y sobre todo tiernos.
      No se me olvida la cita del día 4, espero participar como siempre.
      Un beso desde cerquita

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  6. Oles, la primera frase del relato ya me ha atrapado. Siento envidia al leerlo porque yo no he tenido nunca una Teresa y me habría encantado :)
    Escribes con una delicadeza que toca el alma. Lo sabes¿verdad?
    Besos mil.

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    1. Gracias, Luisa, Bonica... Gracias por tus palabras, son muy gratificantes.
      Besos desde cerquita.
      Me encanta que te reencuentres cuando divisas la sierra!

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Gracias por tu tiempo

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