Hoy soy pasajera. Hoy viajo. Hoy mi mente y
mi corazón está ocupados en ese anhelo: viajar. Hoy me llevo el amor a otros
lugares apenas conocidos pero si muy deseados. Soy pasajera de un tren que me
lleva sin descanso al encuentro de la maternidad aparcada y a veces, muchas
veces, añorada. Viajo al norte, a ese lugar que Princesa eligió para vivir y
sentir; para trabajar y gozar... Donde el amor la llevó.
El paisaje es del verde de la aceituna, del ocre de la tierra polvorienta en los campos donde las cañas del maíz aún no han sido segadas. Los horizontes se tornan azules en las últimas lomas que jalonan Sierra Morena. Ya van haciendo su aparición las encinas viejas y las viejas tierras que antaño fueron protagonistas de sangrientas contiendas. Algunos pueblos blancos van manchando la línea que rompe el cielo para dar paso al planeta. Y la vía... Paralela a mi viaje pero en dirección contraria; llevando al sur los anhelos, los amores.
El tren, por ser viajado es dueño de muchos sueños. Es ladrón de historias, pirata de ilusiones y a veces, sin pretenderlo, protagonista de novelas de todos los colores. En él se conocen a gentes que se hacen intimas por unas horas, y que luego al bajar del tren, dos instantes bastan para olvidarlas.
Madrid se dibuja al fondo... Lo reconozco por esos cuatro edificios que ya lo están haciendo medianamente famoso. Y ya crucé media España, ya todo está más cerca. El sol nos abandona por el oeste, como siempre, y mancha el cielo con las tonalidades propias del mes de Noviembre: naranjas, rosas y algunos dorados.
Miro por la ventana, está muy oscuro fuera. El cristal me devuelve la imagen de mi rostro, y me sorprendo a mí misma, pues sonrío sin apenas darme cuenta. Ya queda menos.
He llegado a mi destino... Me bajo del tren y busco sin descanso su sonrisa y sus ojos reflejados en los míos. ¡Ya estoy aquí, Princesa!, ¡ya he llegado!
Nos vemos y nos leemos pronto
El paisaje es del verde de la aceituna, del ocre de la tierra polvorienta en los campos donde las cañas del maíz aún no han sido segadas. Los horizontes se tornan azules en las últimas lomas que jalonan Sierra Morena. Ya van haciendo su aparición las encinas viejas y las viejas tierras que antaño fueron protagonistas de sangrientas contiendas. Algunos pueblos blancos van manchando la línea que rompe el cielo para dar paso al planeta. Y la vía... Paralela a mi viaje pero en dirección contraria; llevando al sur los anhelos, los amores.
El tren, por ser viajado es dueño de muchos sueños. Es ladrón de historias, pirata de ilusiones y a veces, sin pretenderlo, protagonista de novelas de todos los colores. En él se conocen a gentes que se hacen intimas por unas horas, y que luego al bajar del tren, dos instantes bastan para olvidarlas.
Madrid se dibuja al fondo... Lo reconozco por esos cuatro edificios que ya lo están haciendo medianamente famoso. Y ya crucé media España, ya todo está más cerca. El sol nos abandona por el oeste, como siempre, y mancha el cielo con las tonalidades propias del mes de Noviembre: naranjas, rosas y algunos dorados.
Miro por la ventana, está muy oscuro fuera. El cristal me devuelve la imagen de mi rostro, y me sorprendo a mí misma, pues sonrío sin apenas darme cuenta. Ya queda menos.
He llegado a mi destino... Me bajo del tren y busco sin descanso su sonrisa y sus ojos reflejados en los míos. ¡Ya estoy aquí, Princesa!, ¡ya he llegado!
Nos vemos y nos leemos pronto
Disfruta estos dias, la maternidad, son los mejores momentos que te brinda la vida.
ResponderEliminarBesos
Eso hacemos, nos disfrutamos de todos los momentos que pasamos juntas.
EliminarUn beso, amiga
¿Se te hizo largo, Oles? Qué bonito describes el recorrido. Todos los Km. que te separan de tu Princesa... He imaginado la escena. Tú bajando del tren y ella esperándote. Supongo que es indescriptible. Me alegro muchísimo de que disfrutes unos días de la compañía de tu hija. Pásalo todo lo bien que puedas.
ResponderEliminarUn beso, querida oles.
A tu pregunta de si se me hizo largo, te diré que no, pues estaba ansiosa por llegar. Ahora intentamos disfrutarnos mutuamente y lo pasamos genial.
EliminarGracias por tus palabras. Y un beso, hoy, desde el norte.
Fantástico viaje. Me has recordado a mi misma mirando mi rostro reflejado en el cristal del tren. Qué de sueños e ilusiones.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo, me da alegría la felicidad ajena, no lo puedo evitar :)
Besos mil
Gracias Luisa por alegrarte de mi felicidad, en esas pequeñas cosas se reconocen a las buenas personas.
EliminarUn beso desde cerquita
Lo de la imagen devuelta por el cristal de la ventana del tren, se me hace bastante familiar. Son muchos, muchísimos kilómetros cruzando España en un vagón de un tren.
ResponderEliminarY lo mejor, siempre el final del viaje, cuando alguien se ha tomado la molestia de venir a la estación para recibirte.
Me estás haciendo recordar muchos momentos de mi vida, y todos muy bonitos.
Hasta recuerdo con cierta emoción uno de esos viajes en tren, donde el que me esperaba era un sargento para llevarme al cuartel de León donde me esperaban ansiosamente, a mi, y a los restantes granainos que íbamos destinados allí para hacer la "mili".
Y te digo más, recuerdo perfectamente, todas esas amistades que se hacen en el vagón de un tren, que se quedan ahí, como suspendidas en la memoria de la vida.
Recuerdo todos sus nombres, y sus caras. Y nunca se sabe, igual cualquier día volvemos a coincidir, en un tren, o en otro sitio. Sería bonito, estoy seguro.
Y como fan de los Beatles, no puedo remediarlo, y tengo que decirlo, cada viaje que hacemos en la vida, es siempre un mágico y misterioso viaje, a que sí?
Y este relato tuyo es una prueba más...
Un beso.
El tren tiene muchos momentos mágicos, y por lo que cuentas, tu has vivido muchos. Te felicito. Y como los Beatles yo también apoyo el comentario de que cada viaje siempre es mágico y misterioso.
EliminarUn beso, Jose
Como me alegro del feliz reencuentro con tu princesa. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Releante, fue muy bonito!... Un placer verte por aquí de nuevo. Un abrazo
EliminarEl tren es un auténtico crisol de historias y sensaciones. Ese viaje de reencuentro, tantas veces repetido, siempre es único.
ResponderEliminarSaludos!
Siempre anhelado, deseado y al final disfrutado...
EliminarGracias por pasarte José, saludos pata ti también