Y Paris se enamoró de ella. Y la ciudad del amor la hizo reina, princesa de lo prohibido. Musa de pintores y escritores se bebía la vida a sorbos largos, a tragos, sin dejar para mañana lo que hoy se pudiera gozar. No era especialmente bella, ni alta, ni básicamente esbelta... era expresamente hermosa, pues así la hacían sus gestos y su sonrisa. Paseaba, con él, las mañanas por las orillas del Sena y las noches las cantaba, sola, a los pies de Montmartre. Bajaba todas esas escaleras que la separaban del cielo y ya de madrugada las subía de nuevo, para de nuevo encontrarse con el firmamento, con el universo.Una madrugada él le hizo un regalo: un collar hecho de sueños. Cada cuenta contaba un ideal prometido, uno anhelado, uno no muy lejano... y ella lloró emocionada y sorprendida por cada uno de esos sueños esperados. Cada noche juntos acariciaban cada cuenta de ese collar maravilloso y admiraban su color y su brillo.
Todo era perfecto hasta que ella quiso adornar su cuello con su apreciado collar. Bajó las escaleras que la separaban del cielo. Llovía. Ella mostró su regalo triunfadora, y celosos los adoradores y admiradores zarandearon su cuerpo, su mente, sus ganas y sus anhelos pues envidiaban tanta dicha no compartida. Apenas le dió tiempo a ver sus sueños esparcidos en el pavimento del Boulevard de Clichy...
Con meticulosidad traidores, rompieron su collar, rompieron su vida.
Nos vemos y nos leemos pronto


Amiga Oles, se me queda como cara de tonto, leyendo y releyendo estas cosas.
ResponderEliminarCuando sea grande... me gustaría saber escribir como tu.
Un beso.
Gracias amigo, siempre es un placer recibirte en mi casa y agradezco mucho tus palabras. Un beso
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